Por Francisco Luciano
En el corazón de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la Biblioteca Pedro Mir se erige no solo como un ícono de conocimiento y modernidad, sino como un triste testimonio del descuido institucional que azota a la educación superior en la República Dominicana. Inaugurada con bombos y platillos como la biblioteca más avanzada del país, con sus 20,500 metros cuadrados, salones equipados con cientos de computadoras y acceso a recursos digitales de vanguardia, hoy yace en un estado de deterioro que la hace prácticamente inutilizable. Filtraciones en los techos, computadoras averiadas, falta de internet, baños en ruinas y ascensores defectuosos son solo algunos de los problemas que enfrentan miles de estudiantes diariamente. Este no es un problema aislado, sino el resultado de una cadena de negligencias que involucra tanto a las autoridades universitarias como al gobierno central, encabezado por el presidente Luis Abinader.
Recordemos el contexto: la gestión universitaria abandonó por completo el mantenimiento preventivo de esta obra emblemática, permitiendo que se degradara hasta el punto de la obsolescencia. Fue la prensa nacional, particularmente el periódico Listín Diario, la que sacó a la luz esta vergüenza en septiembre de 2024, con reportajes que detallaban el caos reinante: techos descompuestos, mesas y sillas en mal estado, y cubículos vacíos e inservibles. Estos informes encendieron la chispa entre los grupos estudiantiles, quienes se organizaron rápidamente para protestar dentro del campus, exigiendo la inmediata adecuación de la biblioteca. La respuesta no se hizo esperar: el Ministerio de la Vivienda y Edificaciones (MIVED) anunció, con gran fanfarria, que por disposición directa del presidente Abinader intervendría las instalaciones para "garantizar el apoyo, una vez más, a la UASD". Un equipo ministerial incluso realizó un levantamiento técnico en el lugar, prometiendo remodelación y modernización.
Eso ocurrió hace un año exacto, en septiembre de 2024. Hoy, al cierre de septiembre de 2025, la realidad es desoladora: nada ha cambiado. La biblioteca continúa deteriorándose, con sus problemas estructurales agravándose por la inacción. Reportes recientes confirman que, a pesar de una pintura superficial en el exterior, el interior sigue siendo un desastre: salones cerrados, techos filtrados y equipos fuera de servicio que limitan su uso efectivo. Miles de estudiantes, que dependen de este espacio para investigar, estudiar y acceder a recursos digitales, se ven impedidos de hacerlo, forzados a improvisar en condiciones precarias que atentan contra su derecho a una educación de calidad.
Esta situación no es un accidente; es un patrón demagógico del gobierno de Luis Abinader y su Ministerio de la Vivienda. Prometen con bombos mediáticos, generan titulares positivos y luego dejan que el tiempo borre las promesas. Al igual que en otros frentes –infraestructura vial, salud pública o vivienda social–, el Ejecutivo demuestra una vocación por el espectáculo vacío: ofrecer sin actuar, entretener mientras el deterioro avanza. ¿Cuántas veces hemos visto esta estrategia? La prensa denuncia, el gobierno responde con anuncios grandilocuentes, y luego... silencio. Si Listín Diario u otros medios vuelven a destacar el tema, seguramente veremos otra "intervención inmediata" que se diluirá en el olvido. Mientras tanto, la biblioteca se desmorona, y con ella, las oportunidades de una generación entera.
Es imperativo que el presidente Abinader y el ministro de Vivienda asuman responsabilidad real, no retórica. La UASD, como pilar de la educación dominicana, merece más que promesas efímeras. Exigimos acciones concretas: un plan de intervención inmediata con plazos claros, presupuesto asignado y supervisión independiente. Los estudiantes no pueden esperar otro año. La Biblioteca Pedro Mir no es solo un edificio; es el futuro del país. Si el gobierno no actúa ya, su legado será el de un régimen que prioriza la imagen sobre la sustancia, dejando en ruinas lo que debería ser un orgullo nacional.
El autor es docente universitario y dirigente político.
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