En Villa González, una joven que llamaremos Origen denunció haber sido víctima de un ultraje por parte de seis hombres. Según su relato, se encontraba compartiendo con amigos cuando, tras sentirse mareada, una amiga la sacó del lugar. Lo último que recuerda es haber regresado a su casa. A la mañana siguiente, despertó con la dolorosa sorpresa de que circulaba en redes sociales un video en el que se mostraba el abuso cometido en su contra.
El caso ha causado gran indignación. Sin embargo, también ha desatado otra forma de violencia: la difusión irresponsable del video y del rostro de la víctima. Hacer circular esas imágenes no solo lacera su dignidad, sino que la revictimiza, la expone y la hiere nuevamente. Es como ultrajarla por segunda vez.
Compartir estos materiales no es informar ni buscar justicia, es participar del morbo y perpetuar el dolor de una joven que ya ha sido profundamente vulnerada. Como sociedad debemos reflexionar: ¿nos gustaría que eso le ocurriera a una hija, a una hermana, a una amiga, y que luego su imagen fuera expuesta sin piedad en las redes?
La invitación es clara: no compartir el video, no difundir la foto, no dañar más a la víctima. Lo que sí debemos exigir es justicia para que hechos como este no queden impunes. La dignidad humana está por encima del morbo digital.
Condeno ver en las redes sociales de Ramón Tolentino una foto de la dama violada, eso es otra forma de violencia, no tenemos derecho a pedir justicia violando dignidad.
Por: América Pérez
Periodista
Magíster en Diplomacia y Derecho Internacional
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