Editorial|El regidor en Santo Domingo Oeste: entre el descrédito y la realidad

En este municipio se ha instalado la percepción de que un regidor no vale ni una guayaba podrida. El discurso se repite gestión tras gestión: que los regidores son unos vagos, que solo buscan beneficios personales, que andan con una cinta métrica midiendo solares, cobrando comisiones, chantajeando a los alcaldes y convirtiéndose en un supuesto nido de atracadores disfrazados de autoridad. 

Todo lo malo que puede recaer sobre una figura política local, se le adjudica —de forma casi automática— al regidor. Sin embargo, pocas veces se reconoce cuando sí cumplen su rol.

Porque sí existen regidores que presentan propuestas, que redactan resoluciones, que defienden proyectos en las salas capitulares…pero tristemente muchas de esas resoluciones se quedan archivadas, engavetadas o muertas en el papel, sin ejecución, sin voluntad política, sin seguimiento, por parte de la administración. Hay cientas de estas que se conocen porque el regidor usa los medios de comunicación y las promueve. No por la Alcaldía.

Quizá sea hora de abrir un debate serio sobre qué tanto se reconoce la labor del regidor cuando la hace bien, qué tanto se denuncia cuando no se ejecuta lo aprobado, y cuánto nos conviene como comunidad exigir cuentas, tanto a quienes legislan localmente como a quienes administran.

Mientras sigamos generalizando que todos son “lo peor del escalafón político”, poco se avanza en visibilizar el trabajo serio que algunos sí intentan hacer, muchas veces a contracorriente de la indiferencia o del descrédito general.