Por:Jeffri Mateo Alcantara
En toda institución pública, el capital humano es su principal motor. No basta con contar con personal capacitado en lo técnico y lo administrativo; también resulta clave identificar a los dirigentes políticos que, con esfuerzo y compromiso, sostienen el vínculo entre la institución y la sociedad.
Los dirigentes políticos que trabajan de manera leal aportan estabilidad, confianza y legitimidad a la gestión. Son ellos quienes conocen la realidad de las comunidades, interpretan las necesidades de la gente y se convierten en portavoces de las soluciones que puede ofrecer la institución. Sin embargo, cuando no se les reconoce o se les margina, se pierde una gran oportunidad de fortalecer la estructura política e institucional.
Identificar y valorar a esos dirigentes no significa dar privilegios, sino garantizar que su trabajo encuentre eco dentro de la entidad. Esto crea un círculo virtuoso: la institución se nutre de la experiencia política y social de sus colaboradores, mientras que los dirigentes sienten el respaldo necesario para continuar defendiendo y promoviendo la obra del gobierno y de la institución que representan.
Además, en un contexto de constantes desafíos sociales y políticos, ignorar a los verdaderos dirigentes que trabajan en el día a día genera un vacío que muchas veces es ocupado por voces contrarias al propio proyecto institucional. Reconocerlos, en cambio, fortalece la cohesión interna, evita divisiones y asegura una representación genuina frente a la sociedad.
En conclusión, toda institución que quiera trascender en su gestión debe tener la capacidad de identificar, acompañar y empoderar a los dirigentes políticos que se entregan con lealtad y responsabilidad a la causa. Ellos son una parte esencial del engranaje que garantiza que las políticas públicas lleguen al pueblo y que el proyecto institucional se sostenga con bases sólidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario