Por: América Pérez*
Durante la gestión de Danilo Medina, con Rubén Bichara al frente de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), la realidad energética del país estuvo marcada por apagones de hasta 18 horas, afectando hogares, comercios y la calidad de vida de la población.
Sin embargo, con la llegada de la pandemia en 2020, de manera “milagrosa” el servicio se transformó en 24 horas de energía continua, dejando en evidencia lo que muchos califican como una doble moral en la política dominicana.
La pregunta que surge es inevitable: ¿si era posible garantizar luz 24 horas en pandemia, por qué no antes? La explicación es clara: la paralización de las industrias —los mayores consumidores del sistema— permitió concentrar la electricidad en hogares, hospitales y centros educativos. Es decir, no fue una conquista estructural, sino un efecto coyuntural de la crisis.
El pueblo dominicano merece políticas públicas coherentes y sostenidas, no soluciones improvisadas sujetas a la presión de una emergencia. La energía eléctrica es un servicio que sostiene la vida moderna, no un privilegio administrado según conveniencia política.
Este episodio nos recuerda que la transparencia y la voluntad real de gobernar para la gente deben estar siempre por encima de cualquier cálculo coyuntural.
*Periodista/Magister en Diplomacia y Derecho Internacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario