Por: América Pérez
Por eso no ganó Guillermo Moreno la senaduría del Distrito Nacional: porque nadie le creyó su historia de alianza con el PRM. Un partido que se la jugó, que cargó con un candidato que siempre fue ambiguo en su discurso y en su accionar.
Pero más allá de la decepción, hay una lección clara: el PRM debe aprender a no fortalecer a forasteros. Debe fortalecer a su propia dirigencia, a quienes caminan barrios, tocan puertas, organizan estructuras y sostienen con sacrificio cada proyecto político.
La senaduría del Distrito Nacional se perdió porque se impuso un candidato que no conectó con las bases perremeístas, que no fue asimilado, que no generó entusiasmo ni confianza entre los militantes que realmente defienden el voto el día de las elecciones.
En política, la coherencia, la credibilidad y la cercanía con la gente no se improvisan ni se alquilan. Son principios que se construyen con años de trabajo y lealtad, no con alianzas de última hora.
Que sirva de reflexión: la próxima vez que el PRM piense en cargar con figuras que no pertenecen a su proyecto, debe recordar que la fortaleza real está en su gente, en su base y en su liderazgo natural.
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