Editorial : Abinader ¡bien dicho!

 

El reciente mensaje del presidente Luis Abinader, difundido a través de su canal oficial de WhatsApp, es una muestra clara de que la ética y la transparencia siguen marcando la ruta de su gobierno. “Soy un presidente tolerante y democrático, pero todo tiene un límite”, dijo el mandatario, dejando bien claro que no se permitirán actos proselitistas desde las instituciones públicas.

Bien dicho, presidente. Ya era hora de que alguien lo recordara sin titubeos: la administración pública es de todos, no de grupos ni precandidatos. Por demasiado tiempo se había normalizado ver oficinas públicas convertidas en comités de campaña en la "secreta" usando fondos del Estado y la estructura institucional para garantizar intereses personales, muchas veces a costa de la dignidad de los servidores públicos.

Esta decisión detiene de raíz prácticas que se habían estado dando hasta hoy mismo: represalias, cancelaciones y amenazas veladas contra compañeros del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que se negaban a asumir precandidaturas o a respaldar proyectos políticos internos. Funcionarios y directores que presionan para armar equipos y buscar votos dentro de los pasillos de las instituciones. Todo eso debe parar.

Con esta advertencia, Abinader reafirma que los recursos públicos no son un cajero automático para campañas anticipadas y que quien aspire a la Presidencia en 2028 deberá hacerlo con transparencia, con su propio esfuerzo y sin usar el Estado como plataforma de lanzamiento. El mensaje es claro: si quieren hacer campaña, dejen sus cargos y compitan como manda la democracia, sin ataduras ni ventajas indebidas.

Desde este espacio aplaudimos la postura del presidente. Esta firmeza fortalece la institucionalidad y envía un mensaje de respeto a los servidores públicos, que no pueden seguir siendo víctimas de intereses ajenos a la buena gestión. Gobernar para la gente, como Abinader ha repetido, implica garantizar que cada peso se invierta en soluciones reales y no en caravanas, afiches ni juramentaciones disfrazadas de “actividades oficiales”.

Quienes tengan aspiraciones, que salgan ahora. Que busquen su apoyo con argumentos, propuestas y recursos propios, sin usar ni un centavo de los fondos de todos los dominicanos. El Estado no es un botín ni un trampolín electoral.

Bien dicho, presidente. Que se cumpla. Que se respete. Y que este precedente quede marcado para siempre: en este país se gobierna para la gente, no para campañas internas.